El dolor por la perdida, la soledad, la ira y el ansia de venganza son los pilares en los que se asienta “Y todos arderán”, segunda película de David Hebrero, que se proyectó en la 54ª edición del Festival de Sitges. La cinta, que no pasó por salas, se estrenó el pasado viernes 2 de junio en Filmin, presentando una suerte de aventura terrorífica en la que hay tiempo para profecías, sectas religiosas, muertes grotescas y toques de humor negro. Una película que mezcla drama y terror, con claras influencias del terror italiano y del fantaterror español, y que en ciertos momentos recuerdan a los mejores y peores momentos de Álex de la Iglesia.
Estamos en una época en la que ponemos adjetivo a todo lo que se pone por delante, y el análisis de una película no ha escapado a esta tendencia, que ya es algo más que trendic topic. Nos hemos acostumbrado a leer densos y sesudos artículos en los que se desgranan las virtudes de tal o cual película. Otras veces esos artículos son más bien un relato pormenorizado de lo que pasa en la película, sin otro interés que rellenar espacio o llamar al clickbait. El valor se pone en la palabra (nos importe el significado o no), y por ejemplo cuando se habla de cine de terror, se usan términos como terror elevado o terror castizo. O se popularizan términos anglosajones como jump scare (el dar un susto de toda la vida) que jalonan nuestro vocabulario y que repetimos sin pudor en nuestro día a día.
Sin pretender que este texto sea otro sesudo artículo más, si me gustaría resaltar que el segundo largometraje de David Hebrero que firma el guion junto Javier Kirán, es un entretenido, y a ratos, alocado ejemplo de fantaterror patrio. Con todos los elementos del género, claras influencias del cine de Álex De la Iglesia y su serie 30 Monedas (no en balde comparten protagonista), y un reparto de los más ecléctico, Y todos arderán cumple con su función de entretener, aunque con matices. Y, digo con matices porque, aunque la película tiene momentos para el disfrute, con un despliegue visual de lo más interesante, a ratos se enroca en el exceso y se pierde en diálogos que no llevan ningún sitio. Cuando el relato fluye y nos mete de lleno en los extraños sucesos que se van sucediendo en el pequeño pueblo en el que se ambienta la película, sin duda es donde mejor funciona todo. Sin embargo, cuando quiere mostrar el drama de la situación y profundizar en la personalidad de los personajes, ciertos diálogos resultan forzados y artificiales, restando fuerza a la historia.
Y todos arderán nos sitúa en un pequeño pueblo leonés, en el que (mal)vive María José (Macarena Gómez) que no ha superado la muerte de su hijo, ocurrida años atrás. Dispuesta a poner fin a su vida, todo cambiará cuando se cruza en su camino Lucía, una niña con acondroplasia (al igual que su hijo fallecido) con la que creará un vínculo especial ¿Quién es esa niña? ¿Por qué está allí? ¿Podría estar relacionada con una leyenda local sobre el apocalipsis? Son preguntas que se irá haciendo la protagonista, y que como espectadores iremos descubriendo conforme avanza la historia. Porque todo ocurre cuando el mundo parece que está llegando a su fin, y en otros lugares están sucediendo desgracias sin que nadie tenga una explicación para ello.
Con esta premisa y un comienzo de los más impactante, además de visualmente hipnótico, Y todos arderán tiene el hándicap de que sí has visto la serie 30 Monedas, tengas cierta sensación de deja vu. Estamos en un pueblo donde comienzan a ocurrir desgracias y muertes inexplicables, hay una profecía que parece anunciar el fin del mundo y tenemos una secta católica que lleva años preparándose para el apocalipsis. Si a eso le unimos la presencia de Macarena Gómez que también estaba presente en la serie de Álex de la Iglesia, hay muchos elementos que nos pueden resultar conocidos. Sin embargo, es cierto también que la cinta de Hebrero no tiene el ritmo frenético del cine del director vasco, sino que más bien opta por crear una atmosfera opresiva, recreándose en la interacción de los personajes y su reacción a los acontecimientos que suceden.
Sin duda, en Y todos arderán Macarena Gómez está desatada en su papel de madre traumatizada y que busca vengarse de quienes la hicieron sufrir a ella, y a su hijo en el pasado. La película mezcla momentos impactantes con otros de lo más delirantes, que a veces nos pueden desconcertar. La violencia casi nunca se muestra en primer plano, al igual que las muertes que en su estilo recuerdan a las que veíamos en Xtro de Harry Bromley Davenport, mientras que la película en ciertos momentos recuerda al cine de Darío Argento, con abundantes primeros planos, ángulos imposibles, juegos con el color y la mujer como protagonista, pasando de víctima a cazadora.
En resumen
Y todos arderán consigue mantener la tensión en el espectador, con una historia de trama apocalíptica que se ve potenciada por esa atmósfera rural, opresiva y cainita que tan bien conseguida está. Macarena Gómez sobresale entre el reparto, al llevar el gran peso de la trama, pero está muy bien acompañada por una estupenda Ana Milán y por la debutante Sofía García, que consigue dotar a su personaje de esa dualidad de inocencia y “maldad” de la que hace gala en toda la película. Con multitud influencias de otros directores, Y todos arderán no es una película redonda (tiene varios altibajos a lo largo de la misma), pero gustará a los amantes del género.
P.D. La película tiene una escena post créditos (no hay que esperar mucho para verla), al más puro estilo Marvel, pero con una clara influencia de Álex de la Iglesia.