Ojo aquí, porque estamos ante una de las sorpresas del año. Una autentica demostración que con una sobria puesta en escena se pueden conseguir grandes resultados. Una terrorífica película que provoca miedo por lo terroríficamente real de lo que cuenta. Es tan cruda y dura en lo que narra que consigue que una tremenda rabia se apodere de ti y que no hagas más que desear todo lo malo posible a sus protagonistas. Estamos, pues, ante un título que todo el mundo debería tener en su punto de mira.
Lo más sorprendente de todo es que nos encontramos ante la película de una debutante en estas lides. Beth de Araújo demuestra con su debut que es una directora a tener muy en cuenta. No solo por lo que ha demostrado que es capaz de hacer sino por los riesgos que se atreve a correr. Hay que ser muy valiente para empezar tu carrera con una película narrada en tiempo real y rodada en un plano secuencia. No es que se merezca el mayor de los aplausos por lo que cuenta sino también por cómo lo cuenta.
El club del odio ya arranca con una escena muy perturbadora. En ella, vemos a la protagonista, que es maestra en una guardería de profesión, alentar a un niño pequeño a recriminar a la mujer de la limpieza que haya fregado justo por donde tienen que pasar niños. Le dice que se tiene que hacer valer porque si no luego en la vida no le respetarán. Esto no tendría más importancia de no ser por un hecho que descubriremos poco después: lo que de verdad está animando a hacer la protagonista al niño es un ataque por una cuestión racial.
Y es que Emily, que así se llama nuestra protagonista, es una racista de tomo y lomo. Coordina una especie de, llamémosle grupo de terapia, en las que otras mujeres como ella dan rienda suelta a todos sus prejuicios raciales y en la que cuentan historias que no hacen más que alimentar su odio hacia otras razas. Son mujeres que simpatizan con la ideología nazi y con el Ku Klux Klan. Esto se nos presenta en una escena brillante en la que vemos como las miembros de este curioso club hace alarde de su racismo mientras saborea un café y unas pastas. De la misma forma que otras mujeres comparten recetas de cocina, ellas comparten su desprecio hacia negros, orientales e hispanos. De verdad, la escena es sublime.
A partir de aquí la película no hace más que mejorar. Lo siguiente que vamos a ver va a ser un momento que dispara la tensión hasta los topes. En ella, las mujeres del club del odio van a tener un encontronazo con un par de mujeres asiáticas en una tienda. Ojo a esta escena porque consigue ponerte al límite de un ataque de nervios y te hace sufrir lo que no está escrito. Otra vez, Araújo se gana el aplauso por saber crear tanto suspense con tan poco.
Pero la disputa entre las mujeres nazis y las asiáticas desgraciadamente no terminará en la tienda. Nuestras racistas protagonistas querrán dar un escarmiento a sus contrincantes y deciden poner en práctica un plan de venganza. Aquí lo importante no es el plan en si mismo, que ya aviso que logra dejarte con muy mal cuerpo, sino el funcionamiento del grupo. Aquí volvemos a asistir a otra de las grandes proezas de Araújo. La radiografía que hace de cada miembro del club no hace más que despertar en ti todavía más desprecio hacia ellas. Son personas totalmente amorales incapaces de sentir simpatía o empatía por nadie. A destacar el deplorable trato que Emily le da a su marido, humillándole continuamente delante de sus compañeras.
El último tercio de El club del odio es excelente. Todo en él funciona a las mil maravillas. Se hace difícil imaginar que se podría haber hecho mejor. Todas y cada una de las decisiones que la directora ha puesto en práctica merecen el más caluroso de las ovaciones. Mención especial a la resolución de la película que no hace más que ser el colofón a una gran demostración de capacidad narrativa.
En resumen
El club del odio es realmente asfixiante y espeluznante. Si quiere provocar desasosiego en el espectador, lo consigue de sobras. Su historia es estremecedora porque lo que cuenta podría suceder perfectamente al lado de casa. Se agradece y mucho que hayan propuestas así. En serio, hacedme caso cuando os digo que haríais bien en seguir de cerca la pista de Beth de Araújo. Promete dar muchas alegrías a los aficionados al cine de terror.