En pleno contexto pandémico, Cesc Gay estrenó la comedia dramática “Sentimental”, basada en su obra de teatro “Los vecinos de arriba”. El estilo marcadamente teatral de la película (pocos personajes, un único escenario…) rimaba bien con los antecedentes del confinamiento y el film gozó de un éxito considerable; cinco nominaciones al Goya incluidas. La historia concebida por Gay ha traspasado las fronteras de nuestro país y ahora se estrena una versión realizada, irónicamente, por nuestros vecinos de arriba.
Una cena… y lo que surja adapta casi literalmente el guion de Cesc Gay e introduce pocos cambios para trasladar el espíritu de la original de forma bastante fiel. La película narra una cena entre dos parejas de vecinos. Los anfitriones mantienen un matrimonio que se sostiene por inercia, gastado y lleno de quejas y reproches; los invitados, por otro lado, son una pareja llena de vida y con una vida sexual algo escandalosa. Como buena comedia teatral, la trama se convierte en un in crescendo de secretos, revelaciones y rabia que termina explotando inevitablemente.
¿Entonces, qué aporta esta versión más allá de acercar la historia al público francés? En general esta adaptación es algo menos ácida que la película original. Los cineastas muestran bastante más empatía por los personajes, especialmente por la pareja anfitriona -aquí interpretada por Bernard Campan y Isabelle Carré-. La película es menos airada y los reproches y críticas que se disparan los personajes están menos cargados de veneno. En definitiva, es algo más complaciente y menos valiente que la original, pero lo compensa con un buen sentido del humor a la francesa.
Los cuatro actores son el punto fuerte de la película. Los personajes son, en apariencia, arquetípicos y poco complejos, pero la forma de relacionarse con cada uno de los otros tres involucrados termina dotando de capas a los cuatro caracteres. Isabelle Carré brilla especialmente; su personaje es un reflejo de las frustraciones que causa la rutina y la monotonía y, no solo balancea con maestría el humor y la tragedia, sino que termina siendo más interesante que su contraparte en la versión española, interpretada por Griselda Siciliani.
La película comete los mismos errores que Sentimental, pues ambas se notan demasiado teatrales. Los diálogos y las interpretaciones son sin duda el motor de la cinta, pero la puesta en escena brilla poco. El resultado final es notable y se evidencia el esfuerzo por captar la esencia del texto de Cesc Gay, pero no tiene demasiado que decir a aquellos que ya hayan visto la película original.