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“Los Mercenarios 4”: un anillo para gobernarlos a todos

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Alex López-Reina
Guionista con la curiosidad de un niño. Cine, ficción y entretenimiento en vena. Filosofía de vida de Rocky Balboa.
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Uno de los objetos que proliferan en nuestra vida cotidiana son los anillos. Los vemos cada vez que hay una boda, en un concierto de Omar Montes y donde más nos los encontramos es en la ficción. “Los mercenarios 4” puede presumir de contar con el segundo anillo de la historia del cine que lleva cuatro películas en su cargador. No te hace falta haber visto ninguna de las anteriores entregas de los Mercenarios ya que, si eres virgen en la saga, basta con dos secuencias para darte cuenta de la importancia que tiene en el personaje protagonista: Barney, interpretado por Sylvester Stallone en la que supone su única intervención de la saga en la que ni dirige (“Los Mercenarios”) ni en la que escribe (“Los Mercenarios 2” y “Los Mercenarios 3”). Y eso es una pérdida tan grande como ver a Rocky Balboa fuera de “Creed”.

Este anillo, propiedad del protagonista y líder de los Mercenarios, no solo avanza narrativamente en la dinastía mercenaria con poderes curativos o gags fálicos y necrofílicos; sino que tiene importancia dramática en los sucesos que vivirán los incombustibles Mercenarios en esta cuarta entrega. Lo curioso es que es un anillo feo y cutre a más no poder siendo el típico con el que intentarían timarte en el mercadillo de tu barrio, quizás de ahí la simbología paralela con la saga. No es el anillo más bonito y brillante, pero le tienes un cariño especial que a ningún otro.

Stallone da una vuelta de tuerca en la dinastía y reparte el peso de la historia sobre los antiguos -y nuevos- miembros del equipo de protagonistas. Con un especial hincapié en Jason Statham, cuyo personaje “Christmas” desprende una nueva energía comparado con el resto de la saga y tiene hasta desarrollo dramático entre cuchillo y cuchillo. No podía faltar su momento Sr. y Sra. Smith compartiendo cama con Megan Fox. Casi nada. Una vez que conoces a su personaje, Gina, solo esperas ver quién es, a qué se dedica y cuando va a tener su intervención Transformers. Acaba siendo una líder de repuesto, maquillada como si estuviese en Jennifer’s Body y con modelito Catwoman en una misión suicida. Los Mercenarios 4 cumple la misión prometida haciendo lo que mejor sabe: no tomarse en serio.

Si hay algo diferencial en esta saga es la eliminación de los “momentos estrellita de Hollywood” con cameos de tres frases célebres; como los de Bruce Willis y Arnold Schwarzenegger en la primera entrega o Harrison Ford en la tercera a los mandos de un helicóptero como Han Solo. Aquí no hay tanto nombre gordo ni en el equipo, ni personalizando villanos. En esta entrega se centran más en lo que hay en juego (Una bomba nuclear con sus correspondientes detonadores clave) que en el villano reconocible como comenzaron primero con Eric Roberts, para seguir con Van Damme (el mejor para mí de toda la saga) y Mel Gibson sucesivamente. Aquí el villano “invisible” se llama Ocelot, puede que os suene el nombre…y su cara.

La película cuenta con una estructura narrativa a la antigua usanza, con una cagada inicial del equipo y sucesivos giros que nos llevan a una traca final donde apuestan todo al rojo. En este caso se desarrolla en un barco que esconde al villano y su arma final. Esta última parte del filme os recordará a los más viciados, al Metal Gear Solid 2, y el inicio del videojuego con un Solid Snake infiltrándose y saliendo airoso de un barco entre lluvia, enemigos y un arma mortal. En esta parte Statham se hace con el timón y tiene momentos que afilan su desarrollo de personaje, con un momento “tabla de Jack en Titanic”. Fijaos si esta teoría tiene sentido que el nombre del villano se llama como el gran enemigo de Snake en el videojuego: Ocelot.

Scott Waugh (Hidden Strike con la doble J: Jackie Chan y John Cena) dirige el barco y monta esta avalancha de testosterona, balas y background de personajes sobreexplicados. Se nota su experiencia en el mundo del montaje a la hora de rodar y plasmar las escenas de acción. Es complicado centrar casi toda la película en dos ubicaciones: Libia al inicio -que mala casualidad- y el barco del final; pero Waugh demuestra su experiencia al volante de la malograda Need For Speed -basada en un videojuego- para darnos un comienzo frenético con persecuciones al villano: Rahmat (Iko Uwais). Lo que si se pudo perder un poco fue el amor por la saga, con un Sylvester Stallone fuera del pilotaje, ya que está más cerca de Red 3 que de Rambo 6, y busca pasar el testigo del anillo único al compadre “Christmas” Statham.

Y es que Jason Statham está pasando sus últimos años de barco en barco como en las dos entregas de Megalodón. Aquí no le hace falta patear escualos, sino demostrar que lo más importante es “cumplir con tu misión” y descubrir la identidad de Ocelot. El resto de secundarios agradecen que haya menos momentos “Lluvia de estrellas” y así poder hacerse con más frases, gags y asesinatos (3×2) a secundarios como Gunner (Dolph Lundgren, brutal su conversión de personaje como francotirador miope y abstemio) y Tolly Road (Randy Couture y La Oreja de Van Gogh, que fue capaz de cargarse él solito a Steve Austin en la primera entrega). Y de los nuevos, el mejor sin duda 50 Cent, con un arquetipo de personaje entre Mr. T en El Equipo A sumándole su toque “gangsta”. Tiene uno de los mejores gags cómicos y recoge el testigo de Terry Crews sin tantos bíceps, pero con más flow. Lo del personaje de Galán (Jacob Scipio) suena a que Antonio Banderas no pudo por problema de agenda o de caché, por lo que decidieron cambiar a su personaje por su hijo; al cual chirría tanto como La Máscara del Zorro. Mención aparte merece Andy “Palillo” García con momentos Nicolas Cage.

En resumen

Los Mercenarios 4 es fiel a su compromiso con su anillo de matrimonio y promete darte dosis de matanzas, desmembramientos y testosterona en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte -o el cansancio de la saga- os separe. Esta película se estrena el 29 de septiembre de la mano de Millenium Media y Vértice 360. ¡Un anillo para gobernarlos a todos y hundirlos en las butacas!

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