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“Ciento volando”: Arantxa Aguirre transforma la serenidad de Chillida en un viaje visual y emocional”

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Pablo Arroyo
Pablo Arroyo
Apasionado del fútbol y del cine, me considero un periodista que combina su amor por el deporte con el arte de contar historias. Con un especial interés por las obras de Quentin Tarantino. Intento explorar la intersección entre el cine y el deporte, analizando cómo las narrativas del fútbol pueden ser tan cautivadoras como las mejores películas. Siempre en búsqueda de la próxima gran historia.
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Arantxa Aguirre es una de las grandes figuras del cine documental en España, con obras como “Zurbarán y sus doce hijos”, ”Amor y la muerte. La Historia de Enrique Granados” o “Dancing Beethoven” además una trayectoria que abarca colaboraciones con grandes maestros cinematográficos españoles. Su pasión por el género documental surgió tras años de experiencia en el cine de ficción, donde descubrió en el documental una herramienta que le permitía explorar su creatividad y trabajar con mayor continuidad. Con una visión que busca resistir la inmediatez y el ruido de la sociedad actual, Arantxa ha destacado por su capacidad de transmitir sensaciones profundas a través del arte, llevando al espectador a experiencias visuales y silencios únicos. En esta entrevista nos adentramos en su carrera, así como en su enfoque artístico y en su último proyecto “Ciento volando” sobre Eduardo Chillida y su obra.

Usted es una de las grandes referencias documentalistas en España, pero como todos tiene un comienzo. Entonces me gustaría saber ¿cuál es ese inicio y cuáles fueron su referentes a la hora de dirigir y de escribir?

Bueno, yo empecé́ trabajando como ayudante de dirección, trabaje como meritoria, auxiliar, ayudante de dirección, de ficción siempre. Y estuve al lado de maestros muy importantes como Mario Camus, también con Saura, hice dos películas con Almodóvar en sus equipos de dirección. Y todo esto me fue introduciendo en el mundo del cine de una manera muy fascinante, porque trabajaba con gente realmente buena, de la que procuré aprender todo lo que pude. Entonces, llegó un momento, el último director con el que trabajé fue Basilio Martín Patino, con el que trabajé también en una serie que fueron bastantes capítulos, Andalucía: un siglo de fascinación. Y es una persona cuyo cine es bastante hibrido entre documental y ficción. Él ha hecho documentales, como Canciones después de una guerra, pero en su última etapa hacía un tipo, un generó que era un poco documental, aunque era ficción. Por ejemplo, la serie en la que fui su ayudante.

Y entonces me empezó́ a interesar mucho ese mundo. Y cuando ya llegó un momento en que yo dije, bueno, yo quiero empezar a hacer mis cosas, porque ya he aprendido y quiero hablar yo, pues vi que el documental era un terreno también que me permitía trabajar bastante seguido, porque es muy difícil, cuando yo empecé́ era muy difícil que te dieran la confianza de hacer una película de ficción. Y aunque te la dieran, yo veía que los directores entre película y película pasaban años, porque es muy difícil levantar el presupuesto, la financiación de una ficción, porque es muchísimo más cara.

Vi que el documental era un terreno donde se podía trabajar más seguido y yo podía empezar a hacer mis armas ahí́. Y bueno, empecé́ a sentirme bien, porque veía que lo que hacía tenía una buena respuesta. Y seguí́ ahí́ y es un terreno en el que me siento muy cómoda, porque creo que es muy abierto creativamente, que da muchas posibilidades. Y todo lo que he aprendido en el cine de ficción, porque yo estuve varios años trabajando en el cine de ficción, trato de emplearlo en los documentales que hago. Todos los recursos narrativos que he aprendido, el cuidado en la fotografía, todo esto trato de que esté también en los documentales.

En una entrevista dijo: “el documental te enseña y te obliga a escuchar, algo tan necesario hoy”. ¿Cree que el documental es un género infravalorado dentro de todo el mundo audiovisual? Hoy dominado por Hollywood, ¿no sé si cree que hay cierto menosprecio?

Sí, sí lo hay, lo hay porque el documental se ha unido, yo creo que erróneamente, a la televisión, a los programas de televisión, reportajes o que se hacen, que tienen todo el valor por supuesto, pero que se hacen con menos tiempo, con más rapidez y sobre todo con un ánimo o con un propósito de informar, con un propósito de periodismo. Entonces el periodismo, que es, no te voy a decir a ti lo importante y lo noble que es, pero no es cine, es otra cosa, es periodismo. Sin embargo yo creo que el documental es cine, de hecho el cine nació́ siendo documental.

O sea, las primeras películas de los Lumière, la salida de los obreros de la fábrica, la llegada del tren, todo eso era documental, el cine nació́ siendo documental y luego se amplió́ y se ramificó y entró la ficción con Méliès, etc. Pero el cine documental ha estado desde los orígenes y es importantísimo y siempre ha habido, desde el cine mudo, siempre ha habido grandes cineastas que han hecho el género documental.

Lo que pasa que desgraciadamente se ha unido en la cabeza de la gente a lo que constantemente vemos en televisión, que son programas rápidos y con un ánimo informativo y no artístico.

Ha comentado la rapidez de los programas, ahora estamos en una época de inmediatez, la gente quiere todo ya, cuanto más masticado mejor, como ejemplo uno se puede fijar en las redes sociales, TikTok, etc con la música pasa igual, ¿no? 30 segundos o no vale ¿qué papel puede tener el documental aquí́?

Sí, es muy difícil, pero a la vez todo esto que tú dices es muy cierto y a la vez siempre provoca también una reacción de rebeldía. Es decir, es que tiene que haber un campo, aunque sea más minoritario, donde nos opongamos a esto. Yo estoy en esa trinchera donde nos opongamos a la inmediatez, a la rapidez, a las cosas obsoletas. Tiene que haber una resistencia.

O sea, cuando hay olas así́, entonces yo estoy en esa resistencia que es desagradable, no desagradable, pero bueno, que es desagradecido. Esa es la palabra, que es desagradecido, que es… Pero yo estoy ahí́ porque creo que es donde yo quiero estar. Quiero hablar de otra manera, con otros ritmos y proponer otras opciones a los espectadores y creo que siempre habrá́ espectadores que van a apreciar lo que yo les estoy proponiendo. A lo mejor no son todos, pero siempre va a haber, y para eso es trabajo.

Pero hay muy buenos pronósticos para el cine documental. Si tú te fijas, en los últimos 3 o 4 años, todos los festivales de serie A han dado su máximo premio a un documental. O bien Venecia un año, o bien Cannes otro, o bien Berlín, pero es que esto es de, no te digo, de los 4 seguidos, últimos años.

A pesar de estos reconocimientos en festivales, no ¿cree que aun así tiene dificultades frente a las grandes producciones audiovisuales principalmente de Hollywood que dominan el mercado?

Sí, pero es imposible competir y tampoco es deseable, porque tampoco creo, pienso que queramos, o yo por lo menos no, que queramos estar en esa competición que es realmente muchísimo de imagen y de perder mucho tiempo en el marketing y en tal. O sea, yo creo que hay también una serie de personas que queremos trabajar de una manera más pausada y tranquila y con más honestidad y no tan preocupados de los índices de audiencia, de lo que le va a gustar a la mayoría o del marketing o de tal, sino siendo honestos con nosotros mismos y tratando temas que consideramos interesantes y que consideramos que merece la pena compartir.

Entonces, seguro que no es para todo el mundo, pero es que no queremos, o sea, ser para todo el mundo implica también muchos sacrificios. O sea, tienes que estar pendiente de lo que van a pensar y eso creo que restringe tu libertad y tu creatividad y creo que también hay todo tipo de públicos y hay que atenderlos también. A la gente que no sea el público mayoritario, también hay que atenderlos.

Si uno repasa su filmografía podemos encontrar obras como “Zurbarán y sus doce hijos”, relacionado con el pintor, “Amor y La Muerte de Enrique Granados” sobre el compositor o “La zarza de Moisés” que sigue la trayectoria de una compañía teatral. Y ahora “Ciento volando” sobre un escultor. ¿Hay algún género artístico que todavía no ha tocado y le gustaría?

Yo creo que el arte tiene la misma raíz. Por eso yo creo que me desenvuelvo bien en uno o en el otro, porque creo que cuando tú sabes mucho, por ejemplo, de música o de danza, que yo trabajo mucho con danza y pienso que de danza sé bastante, y abordas otro arte, empiezas a entender que son muy parecidos los elementos. En todas las artes tienes que pensar en el ritmo, en la estructura, en el color. Todos tienen nociones muy parecidas. Por eso cuando conoces uno y te vas a otro, te desenvuelves bien.

Tengo un proyecto ahora sobre Arquitectura y nunca lo he hecho. Estaría contenta, pero tampoco quiero ir coleccionando arte, sino que un poco la vida te va llevando y te va haciendo abordar proyectos a los que les vas a dar lo mejor, como siempre. Yo me puedo quedar en cosas que ya haya hecho o abordar paisajes diferentes con el mismo entusiasmo y con la misma ilusión.

En todas estas obras hay un punto en común, que en “Ciento volando” también se puede observar, el silencio y muchas veces has mencionado su importancia. ¿Por qué́ esa importancia?

Porque vivimos en un mundo estrepitoso, en un mundo de estruendos, en un mundo donde no te das cuenta y constantemente entras en un sitio y hay una música que no se puede llamar ni música, que está ahí́ mezclada con los gritos de la gente, con las conversaciones.

Creo que es el gran mal de nuestro tiempo, es el estrepito, el estruendo. Y creo que eso es malo en todos los sentidos, que te hace estar sordo, que vivimos en una civilización de sordos a todos los niveles y eso es la raíz de graves problemas. No nos escuchamos, pero no nos escuchamos porque hay un estrepito alrededor.

Entonces yo creo que para limpiarnos de eso es necesario el silencio. Es como las personas que de vez en cuando necesitan ir a la naturaleza y dicen para desconectar, para encontrar, para salir de este constante mare magnum de sonidos y de gritos y de ruidos estridentes, a los que yo soy particularmente sensible, pero creo que es que están ahí́. A veces no te das cuenta porque si no acabarías con dolor de cabeza, pero están ahí́, están bombardeando, y eso es muy negativo. Y busco el silencio como contraste y como medicina.

¿Reflejar este silencio le ha resultado sencillo? Porque es verdad que uno puede ver las obras de Chillida y notar lo que estamos comentando, el silencio, también en Chillida Leku se puede apreciar esa atmósfera donde reina el silencio.

Sí, yo he conectado mucho con ese sosiego, esa serenidad de Chillida, que es algo que he percibido en su personalidad y en su obra, después de haber trabajado en este tiempo para hacer la película.

Sobre todo me ha resultado muy agradable encontrar esa paz y esa serenidad en Chillida Leku, y por eso he pensado que era muy importante poder transmitirla a los demás. O sea, no quedármela yo, sino esto que a mí me ha parecido muy extraordinariamente agradable, hacérselo sentir también a los espectadores.

¿Cómo espera que el público lo entienda?, ¿cuál es la expectativa que tiene a la hora de que los espectadores lo reciban?

Yo creo que más que lo entienda, porque yo no sé si es cuestión de entender, yo no podría decir ahora he entendido a Chillida. Yo lo que quiero es que el público lo sienta. Que perciba una serie de sensaciones que transmite el arte, porque el arte entra a través de los sentidos, no es un tratado, no es un ensayo. El arte es por imágenes, por sonidos, por sensaciones. Y eso es lo que quiero, quiero que el espectador se sienta envuelto por todas estas sensaciones que surgen a través de este jardín magnífico que contiene las obras de Chillida. Y bueno, me he esforzado para tratar de conducirle a lo largo de este viaje, de esta visita a este museo, de una manera que para él sea, que para el espectador pase agradablemente, porque yo creo que el esfuerzo lo tenemos que hacer los que trabajamos en las películas, no el espectador, el espectador tiene que ir absorbiendo también una serie de conocimientos que le vamos ofreciendo.

Cuando uno ve el documental, se puede observar como la finalidad no es explicar por qué Chillida hacia sus obras, sino transmitir esa conexión que tenía con la naturaleza, con sus raíces, con el País Vasco, a pesar de ser muy reconocido internacionalmente, él quiso vivir, crecer y morir en el País Vasco.

No, porque yo creo que para conocer la vida del artista hoy es muy fácil, entras en Wikipedia y te enteras. Yo creo que el documental tiene que dar algo más, algo que uno no pueda encontrar en su casa en el ordenador y tiene que dar una serie de atractivos visuales, sonoros y también conceptuales. Entonces, bueno, sí, me he esforzado en hacer otra cosa, no hacer una biografía que creo que hubiera sido demasiado reduccionista.

Después de haber grabado en Chillada Leku, de haber hablado con el entorno, la familia, ver el espacio donde él trabajaba, ¿qué experiencia personal se lleva? Es decir, no profesional de grabar, sino propia, ¿qué lectura ha podido llevarse?

Bueno, yo he aprendido muchas cosas. Me ha interesado mucho lo que tú has mencionado antes, como un artista tan internacional, sin embargo, necesitaba tanto de sus raíces. Y hay un personaje de los mitos griegos que se llama Anteo, que es un gigante con una fuerza descomunal, pero que cuando le levantan del suelo pierde la fuerza. Y entonces creo que con Chillida he sentido algo parecido, o sea, que es un gigante, pero que necesita estar en su tierra, en sus raíces, para poder desplegar esa fuerza que tenía.

Y por eso cuando estuvo en París no se sentía bien y no llegaba a ninguna parte, porque él necesitó volver a su tierra y replegarse para encontrar ahí́ su camino y para encontrar su manera de expresarse. Eso me ha parecido muy bonito de descubrir de este universo.

El nuevo trabajo de Arantxa Aguirre tuvo su première en el Festival de San Sebastián

Durante el documental se puede ver que como el hilo conductor es una chica joven, que no entrevista, si no conversa con el entorno ¿tiene una explicación o no?

Sí, sí, claro que tiene una explicación. O sea, cuando empiezas a trabajar sobre un autor que ya se cumple el centenario, pues todo esto te lleva un poco al pasado y a un clima un poco más… No quiero decir pesado, pero un poco más académico, de algo del pasado y tal. Entonces yo quería romper esto. Y me pareció́ que los contrastes siempre funcionan en el arte, en la vida. Entonces frente a este escultor que cumplía cien años, quise oponer la figura de una persona joven y además una mujer como un contraste, para que nos hiciera un poco de brecha en ese muro y que fuera ella.

Y luego aparte es una actriz que ha estudiado bellas artes, antes de dedicarse a la interpretación. Que su padre es escultor también. Entonces es una persona enormemente capaz para llevar estas conversaciones. Sí, que entendía, que tiene un bagaje, que sabe de lo que está hablando y podía muy bien llevar estas conversaciones, que efectivamente quise que en lugar de entrevistas de pregunta y respuesta fueran conversaciones y además que fueran caminando por esas campas de Chillida Leku y que fueran conversaciones como las conversaciones que tenemos cuando damos un paseo, que me parece que son muy inspiradoras.

Y para terminar, después de haber filmado el documental sobre Chillida, ha podido observar muchísimas de sus obras. ¿Tiene alguna que le haya llamado más la atención, que le haya impresionado más o que diga, esta es la que tendría en mi casa?

Bueno, claro, para tener en mi casa tendría que ser seguramente una de sus gravitaciones, que son los dibujos collages que hacía, que son maravillosos, tienen una enorme delicadeza y me gustan muchísimo. Pero bueno, yo la verdad es que no soy de tener en mi casa, porque creo que las obras de los artistas están para que los disfruten los demás, no para quedártelas tú. porque me parecería que eso haría que mucha gente estuviera privada de disfrutarla, porque está en mi casa.

No, no, yo quiero que estén en sitios abiertos, al alcance de todos, en esto. Y muchas de sus esculturas me han impactado, y desde luego me parece un gran acierto el Peine del Viento en San Sebastián, un enorme acierto, porque ya no es solo, son tres esculturas, pero ya no es solo las esculturas en sí mismas, sino como se relacionan entre ellas y con el entorno en el que están.

Es un entorno que él eligió́ porque era muy precioso para él, desde su infancia había ido ahí́, desde su juventud. Entonces poder, es un sueño, el sitio con el que tú identificas tu vida o el sitio que más te gusta de tu ciudad, poder transformarlo así́, poder hacer con él, porque ya es como una escenografía para mí, no es una escultura, es una puesta en escena. Y una puesta en escena donde los personajes son el mar, el viento, el cielo, entonces me parece un milagro que él hubiera podido hacer eso con todo el amor.

Unido, cuando uno va ahí́ puede ver esa unión entre escultura, naturaleza, mar, viento, y entonces yo creo que eso es, pocos artistas han podido conseguir eso.

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