“El Ministerio del Tiempo” en su segundo episodio de la cuarta temporada, nos ha hecho viajar a dos épocas de nuestra historia, unidas curiosamente por un concurso televisivo que marcó a varias generaciones de españoles. Un episodio con multitud de guiños, referencias y homenajes. En el que hemos reÃdo y con el que nos hemos emocionado. Porque “El Ministerio del Tiempo” ha sido capaz de hacernos viajar a la época de la movida madrileña y disfrutarla como si estuviéramos allÃ, pero también de ponernos la piel de gallina con un final que va directo al corazón.
¿Es posible que “El Ministerio del Tiempo” sea capaz de superarse episodio tras episodio? La respuesta es fácil. Es un rotundo sÃ. La serie creada por Pablo y Javier Olivares ha vuelto con fuerzas renovadas tras dos años y medio de parón. Algo que podrÃa parecer que jugarÃa en su contra, ha resultado ser todo lo contrario. Tras un primer episodio que ponÃa sobre la mesa nuevas dinámicas y nuevos escenarios, con un doloroso viaje a la posguerra española para traer de vuelta a Julián. En su segunda entrega de esta nueva temporada, se ha superado con creces, haciendo de ‘El laberinto del tiempo’ el mejor episodio de la serie hasta la fecha. Y eso ya es decir mucho.
Alguno podrÃa pensar que es exagerado mi comentario, pero conseguir que un solo episodio te haga reÃr, soñar, disfrutar y ponerte la piel de gallina, haciendo que cada escena se te quede grabada en la memoria, no está al alcance de muchas series. Y es que ‘Laberinto del tiempo’ se convierte desde el primer minuto en un viaje por la nostalgia de un paÃs, que todos los viernes por la noche desde 1972, se reunÃa en familia para ver el “Un, dos, tres” y soñar con aquel apartamento en Torrevieja que significaba el culmen del concurso. Ver de nuevo a Mayra Gómez Kemp, a la calabaza Ruperta y a las mÃticas secretarias, supuso un flashback directo al corazón para muchos de los espectadores, entre los que me encuentro. Los más jóvenes no lo entenderá, pero el concurso creado y dirigido por Chicho Ibáñez Serrador, nos acompañó a varias generaciones de españoles durante años, siendo un entretenimiento divertido y familiar, cuyo éxito es irrepetible.
A partir de este comienzo, el episodio va subiendo en intensidad. Parece que ha ocurrido algo en 1648, durante el reinado de Felipe IV. Una concursante del “Un, dos, tres” ha encontrado una puerta del tiempo mientras huÃa de su marido maltratador. Su injerencia podrÃa cambiar toda la historia de España, con un rey escribiendo discursos con frases de las canciones de Raphael (¡qué gran momento!) y convirtiendo la corte real en el lugar de celebración del mÃtico concurso. Ver al rey Felipe IV en la piel de un fantástico Edu Soto, usando frases de Las Tacañonas del “Un, dos, tres”, es un momento irrepetible.
Para intentar encontrar respuestas y evitar que la historia cambie, Pacino y Lola serán enviados a 1981, en plena movida madrileña; mientras que Alonso e Irene viajarán a 1648. Dos misiones, en dos épocas distintas, con cientos de años de diferencia, pero unidas por un concurso de la tele ¿Hay algo más grande que esto? En 1981 tendrán lugar algunos de los mejores momentos de este segundo episodio de “El Ministerio del Tiempo. Tras descubrir por casualidad que Antonio Banderas puede que no interprete el papel protagonista en “Laberinto de pasiones” de Pedro Almodóvar, la noche madrileña será el epicentro de una historia llena de música, de cerveza Matador, de contracultura y de mucho sentimiento.
Junto a todo lo dicho anteriormente, ‘El laberinto del tiempo’ no serÃa el gran episodio que es sin Carlos Santos y Edu Soto. El primero dando vida a Pedro Almodóvar, retratando sin caer en la caricatura ni en la parodia, al director manchego que en este momento empezaba a despuntar tras dirigir la polémica “Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón”. La interpretación de Carlos Santos es fantástica, haciendo reconocible al personaje, pero otorgándole una humanidad y una pasión que traspasan la pantalla. Y junto a él encontramos de nuevo a Edu Soto, dividido en dos, cual gemelo intertemporal, poniéndose aquà en la piel de Fabio McNamara. ¡Qué overdose!
Aún resuenan en mi cabeza, pasados los dÃas, las notas de “Life on Mars”, la mÃtica canción (homenaje a Tino Casal y no a David Bowie) que suena al final del episodio y que envuelve con su melodÃa, uno de los momentos más emotivos y desgarradores que hemos podido ver en la serie en todos estos años, con ese fundido a negro que nos partió el alma. El final perfecto, para un episodio que quedará grabado en la memoria de todos los que seguimos “El Ministerio del Tiempo” desde 2015. Un episodio que debe ser referente para cualquier otra ficción televisiva, mezclando géneros, tratando temas controvertidos, demostrando un gran trabajo de documentación y una gran pasión por lo que se está narrando. Lo mejor: que nos quedan aún seis episodios para disfrutar mogollón de esta cuarta temporada “El Ministerio del Tiempo”.
¡Campana y se acabó!